La obra apostólica en los inicios del cristianismo

El término apóstol, aparte de su significado básico de mensajero tiene un sentido de misionero itinerante o mensajero de la comunidad primitiva. En sentido estricto, el apóstol de Jesús solo puede ser el que ha visto al resucitado. Ellos constituyen, hacia el siglo II, el paso histórico de Jesús a la Iglesia. 

En principio se aplica solo a los doce, sin embargo, los escritos del Nuevo Testamento, sobre todo las cartas paulinas y los hechos de los Apóstoles. Este camino itinerante a favor del anuncio del evangelio se comprende aun más con los viajes de Pablo. 

Con el primero viaje paulino, la Iglesia se extiende por Asia Menor (años 43-48; Hechos 13-14) Pablo y Bernabé visitan diferentes comunidades entre las que se destacan: Antioquía, Chipre, Iconio, Listra, Derbe, Pisidia, Panfilia, Perge. Pablo se presenta como jefe jerárquico pero en estrecha relación con la Iglesia de Jerusalén, donde estaba Pedro y Santiago el menor. 

Con el concilio de Jerusalén (Cf. Hch 15), precidido por Santiago el menor, jefe de la iglesia allí, se tomaron decisiones doctrinales importantes que logran mayor distanciamiento de los cristianos y los judíos. Este se dio por la disputa que surge sobre si es necesario o no que los cristianos se circunciden y la participación en los banquetes paganos. Decidieron pues no imponer a los conversos venidos de la gentilidad no imponer ningún precepto de la ley de Moisés, así como la abstinencia en los banquetes paganos. 

Con el segundo viaje paulino (años 50-52; Hch 16-18) la Iglesia llegó a Europa, a Grecia y Macedonia; nacieron las comunidades de Filipo, Tesalónica, Atenas y Corinto. Como siempre, la acogida en la comunidad se hace a través del rito del bautismo, que se daba por inmersión. 

En el tercer viaje (años 53-58; Hch 19-20). Pablo regresó a las comunidades fundadas por él para superar algunas dificultades. Durante este viaje ya existe una liturgia instituida: “El primer día de la semana estábamos reunidos para partir el pan” (Hch 20,7) Esta cita tiene. Además de un sentido teológico especial, una acotación histórica interesante: se habían separado del culto judío que se celebraba en sábado. 

El cuarto viaje (años 59-63; Hch 21-28) Pablo lo realizó cuando fue llevado a Roma como prisionero; sobre la base de los Hechos de los Apóstoles se deduce que Pablo estuvo prisionero en Cesarea por dos años y cuando estuvo en Roma gozó de libertad condicional; no se sabe más porque el autor de los Hechos se detiene en el 63. Pablo fue martirizado entre el 64 y 67. 

Al hablar de la obra de Pablo, no se puede omitir la organización de las comunidades Paulinas, cuyo centro es el fundamento sobrenatural sobre el cual se cimienta la Iglesia. En estas comunidades había una especie de Jerarquía cuyo centro era Cristo: Pablo, obispos o presbíteros, diáconos y carismáticos; todos fueron files continuadores de la hazaña paulina creando conciencia de una Iglesia universal.

Cf. PATIÑO, José Uriel. Historia de la Iglesia Tomo I. La Iglesia, comunidad e institución protagonista de la historia siglos I-VII, San Pablo, 3ª ed, Bogotá 2009. pp 49-52