Las herejías en el contexto de la Iglesia del imperio

Las herejías que afligieron la Iglesia en los primeros siglos fueron causadas por el proceso de comprensión de la verdad revelada. Las herejías dan a entender dos cosas: las exigencias cristianas y las tendencias culturales y espirituales de aquél entonces, situaciones propias de una época de angustia. Durante este periodo la mayoría de las herejías son de tipo judeocristiano y se dieron por interpretaciones doctrinales distintas que se concentraron en dos polos: la cristología y la vivencia de la ley mosaica. Recordemos de manera breve las principales herejías de la época: 

Adopcionismo: Es una forma de monarquianismo. Para Cerinto Cristo era el hijo de María y José, adoptado por Dios desde su bautismo pero en el momento de la muerte lo había abandonado. Entre sus representantes se citan: Teodoto de Bizancio, Pablo de Samosata, Nestorio, Marcelo de Ancira y Fotino. 

Docetismo: Casi a la par con la anterior, pero negando la humanidad de Cristo. Más que una secta, formó una tendencia platónica que valoraba demasiado la realidad histórica. Esta herejía se puede entender como una tendencia a minimizar el valor salvífico de la encarnación que no ha desaparecido del todo en la teología cristiana y puede llevar a infravalorar la sexualidad y el matrimonio. 

Ebionismo: Algunos cristianos en su afán paupertista y judío quisieron poner la ley mosaica por encima de la cristiana; profesaron el dualismo creacionista, el adopcionismo, negaban la muerte soteriológica de Jesús y rechazaban los sacrificios que eran remplazados por lavatorios diarios. Uno que se manifestó contra esta corriente fue Irineo de Lyon; despúes vino Orígenes quien le dio a la palabra ebión (pobre) significado de “pobre para entender” 

Elcasaitismo: A Elcasay, un personaje cuyo nombre significa “fuerza escondida”, se le debe la idea de concebir dos seres celestiales uno femenino (el Espíritu Santo) y otro masculino (Cristo) que en repetidas encarnaciones vienen al mundo. 

Mandeísmo: Su nota característica es la iterabilidad bautismal y su devoción a Juan bautista. Los mandeístas son miembros de una comunidad religiosa integrada por pequeños grupos residentes en lo que hoy es el sur de Iraq. El mandeísmo es una religión dualista basada en la oposición entre el mundo y la luz, poblado de seres divinos (uthra) sobre los que reina un padre sumo llamado Vida, Gran Vida, Padre de la Grandeza, y el mundo inferior de las tinieblas bajo el mando de un rey malo, fruto de Ruah, el espíritu (femenino) de la maldad; la gnosis de la vida y el conjunto de ritos que la comunidad exige. 

Gnosticismo: Corriente sincretista que deseaba filosóficamente el problema del mal; esto se lograría con el conocimiento perfecto de Dios y de sí mismo permitiendo que el hombre se librara de los malignos poderes mundanales para alcanzar el universo luminoso. Clasificaba a los hombres entre espirituales y materiales, y además, solucionaba el problema del mal de manera dualista, concibiendo la existencia de un dios bueno y otro malo. 

Marcionismo: El gnóstico Marción de Sínope en el Ponto (+160) quiso ver entre los testamentos una absoluta oposición, por esta razón rechazó el AT y algunos libros del Nuevo que hacen referencia a aquel, con lo cual quedó una Biblia que estaba compuesta por Lucas y las cartas de Pablo; decía que la muerte de Cristo fue ineficaz ya que no produjo la redención sino que fue un mensaje del Dios misericordioso, desconocido hasta entonces. 

Maniqueísmo: Doctrina gnóstica que sostiene dos principios supremos opuestos perpetuamente; hoy es considerado como un movimiento religioso ajeno al cristianismo que puede ser analizado como prolongación del gnosticismo. Su iniciador fue Manes (216-276). 

Montanismo: Caracterizado por un escatologicismo que exige una estricta vida moral donde ni el matrimonio tiene cabida. Tiene realce debido a la adhesión de Tertuliano. Debe su nombre a Montano, un frigio que hacia el 155 apareció diciendo que en él se manifestaba el Espíritu santo. Fue un movimiento de restauración reaccionario e ingenuo y sin aficción alguna a las cuestiones dogmáticas. La doctrina de esta herejía se caracteriza por la glosolalia y los discursos inspirados, la exigencia de una fe incondicional y estricta observancia de las órdenes, la anarquía o negación de toda autoridad eclesiástica. 

Donatismo: Es un cisma herético de tipo eclesiológico que concebía la Iglesia como una comunidad integrada por justos, consecuencia del exclusivismo doctrinalmente polémico y caprichoso de los africanos, especialmente Tertuliano y Cipriano. Esta herejía negaba que los clérigos pecadores pudieran ejercer válidamente el cargo y la administración de los sacramentos. La herencia del donatismo, que aún se siente todavía en la Iglesia, es el inconformismo puritano, que asocia la preocupación por la integridad cristiana con la justicia social. 

Priscilianismo: Es un movimiento fundado por Prisciliano hacia el 370 y condenado por el sínodo de Zaragoza del 380. Este movimiento de rigidez ascética ponía en peligro la disciplina eclesiástica en torno a algunas prácticas litúrgicas y la vida moral de algunas regiones de España y el sur de Francia. Sostenía un acierta doctrina trinitaria de marcada tendencia sabeliana donde Dios se manifestaba de tres maneras distintas pero que era confundido con tres personas distintas. 

Pelagianismo: Para el monje Pelagio, autor de “comentarios breves a las trece cartas de San Pablo”, el hombre se puede salvar por sus propios medios, es decir, la gracia no tendría importancia para la salvación; para él, solo asegura su salvación , el cristiano que cumpla los mandamientos y ponga en juego todas sus energías, porque Dios le ha dado al hombre tal capacidad. A la muerte de Pelagio, Juliano de Eclana se convirtió en el jefe espiritual de los pelagianos. 

Antinomismo: Ninguna ley era aceptada porque lo único válido era un libertinaje asombroso. Está en relación con el laxismo, tendencia contraria al encratismo y al rigorismo, aunque en ocasiones se alíe con ellos. 

Milenarismo: Cristo vendría corporalmente a instaurar su reino por mil años, luego de esos años vendría el juicio final y posteriormente vendría el reinado de los justos y resucitados; después sería la segunda venida y el fin del mundo. Con la difusión de la cultura alejandrina en la segunda mitad del siglo II se dio fin al milenarismo en oriente, pero en occidente continuo y se enraizó en los ambientes influenciados por el materialismo asiático. 

Monarquiaismo: Destruía la redención pero afirmaba la divinidad de Cristo buscando compaginar ambos misterios; negaba la Trinidad porque en Dios no hay distinción de personas sino aspectos de una misma realidad: creación, encarnación y santificación. 

En conclusión, tres grandes grupos de herejías hicieron que la teología cristiana realizara su primer gran esfuerzo sistematizado, ya que con el correr de los años la Iglesia tuvo que tomar posición frente a esas doctrinas dando origen a los tratados teológicos de la antigüedad. 
Cf. PATIÑO, José Uriel. Historia de la Iglesia Tomo I. La Iglesia, comunidad e institución protagonista de la historia siglos I-VII, San Pablo, 3ª ed, Bogotá 2009. pp 97- 108

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