Bases de orden epistemológico para una historia de la Iglesia

Antes de hacer una historia es necesario tener en cuenta algunos aspectos de orden epistemológico que nos ayuden en dicha tarea. Es por eso, que bajo es te titulo se agrupan algunos aspectos fundamentales que pretenden iluminar el camino histórico, recordando que la historia es la plenitud del suceder y el conocimiento que de él se posee. Es importante comprender que para un cristiano el estudio riguroso de la historia de su propia tradición debe servirle no de confirmación, sino de conversión.

Las bases epistemológicas en el estudio histórico, son como una caja de herramientas que nos dan las claves hermenéuticas para adentrarnos en dicho estudio.

1 Definición de conceptos

Historia: Este Ideado por Herodoto para describir la necesidad de un nuevo conocimiento. Viene del verbo orao en griego (Mirar, ver). Indica un conocimiento por visión. Así, la historia es el conocimiento por visión basado en la investigación de los acontecimientos sucedidos en el tiempo y el espacio en relación con un proceso unitario más amplio para llegar a la verdad que se trasmite por una narración. También se puede decir que la historia es el conocimiento del pasado.

Iglesia: Es la comunidad de hombres fundada por Jesucristo, unida íntimamente a Él de modo que constituye su presencia viva y eficaz en el tiempo y en el espacio.

De este modo la historia de la Iglesia es el conocimiento por visión de los hechos del pasado de esta institución carismática, necesarios para comprenderse y explicarse como transparencia del reino. Es, también, la narración del devenir en el tiempo y en el espacio de la comunidad fundada por Jesucristo. Es la historia del obrar de Dios, a través de, a pesar de y, a veces en contra del hombre, pero nunca sin el hombre.

Aunque la historia de la Iglesia puede entrar a testimonios que superan la razón, las fuentes reveladas e inspiradas, no quitan la historicidad, porque se expresan con palabras humanas.

La historia de la Iglesia exige un punto de partida difícil de precisar, porque ésta, nacida al interior de los estudios teológicos, respeta el pensamiento teológico, un pensamiento que tiene como objeto un dato de fe que expresa el nacimiento de la Iglesia como un proceso de fundación que no fue puntual, no obstante, aunque escogemos Pentecostés como punto de partida, es difícil enmarcarlo en una fecha concreta.

2 Objeto y método de la historia de la Iglesia.

El objeto fundamental de la historia de la iglesia es el crecimiento espacial y temporal de la institución carismática que, teniendo su origen en Cristo, lleva ese nombre. El objeto es así, el Cristo que continúa su acción en el mundo, su cuerpo que es conducido por el Espíritu Santo y cuya historia es totalmente obra de Dios y del hombre.

El método utilizado es el histórico, un método científico que escudriña los documentos con el fin de escrutar científicamente un discurso teológico. Este se basa en las fuentes (materiales, literarias, tradicionales, audiovisuales, etc.) y la crítica, objetiva e imparcial, pragmática y genética, es decir, con capacidad para comprender los acontecimientos en su devenir.

Para no desconectar objeto y método, son necesarios tres pasos: elección y determinación de las fuentes para fijar fechas y hechos históricos, criticar con objetividad e imparcialidad los hechos y comprender y ubicar la historia de la Iglesia dentro de la historia ya que su sentido último solo puede integrarse en la fe.

3 La historia de la Iglesia en la historia 

Con este tema se quiere presentar el recorrido que a lo largo de los siglos ha tenido que vivir la historia de la Iglesia y las diferentes formas como ha sido interpretado ese proceso; esas formas ayudan a ubicar la historia de la Iglesia en el contexto de la teología histórica y la teología como historia de Salvación.

Se habla de una historiografía eclesiástica que comenzó en la antigüedad con el testimonio de los libros apócrifos y legendarios entre los cuales están las actas de los mártires; de estas algunas son tenidas como históricas y se llaman actas autenticas. Sobresalen los escritos históricos de Eusebio de Cesárea, que se convirtieron en las fuentes más importantes de la historiografía eclesiástica de los tres primeros siglos. La obra de Eusebio fue traducida al latín por Rufino hacia el 402, en el 420 apareció la traducción siríaca y por varios siglos permaneció como una obra inmutable que fue trasmitida durante el Medioevo a través de diferentes copias que llegaron hasta la modernidad. Ahora bien, durante la Edad Media se dio una historiografía eclesiástica más que una historia de la Iglesia. Los autore medievales utilizaron la crónica, los anales y las biografías involucran la idea de reino de Dios con la Iglesia.

Entre los siglos XVI y XVIII la historia de la Iglesia se ve influenciada por el humanismo que pedía el regreso a las fuentes. Se dio el predominio de la investigación, la creciente especialización y un impulso hacia la teología de la historia y la eclesiología.



4 Presupuestos teológicos de una teología de la historia

Desde una teología de la historia se habla de algunos presupuestos: los filosóficos, que presentan al hombre como un ser dinámico que camina hacia un fin; los teológicos, que afirman que el fin del hombre cristiano es trascendente y se construye desde los sentidos parciales de la existencia; y los de crítica histórica, que entienden que los sentidos parciales que ayudan a construir el sentido último son vistos y vividos en el campo interdisciplinario. E la historia de la Iglesia tenemos en cuenta los teológicos: el concepto semita de historia, la historia como historia de salvación y la relación entre dogma e historicidad.

5 Visión general de la historia de la Iglesia 

Para entender esta historia, se recurre a la segmentación en periodos, de ahí el término periodización, intervalo de años que tienen en común hechos y elementos relevantes homogéneos y diferentes en relación a otros períodos. José Uriel Patiño divide esta historia en tres períodos de siete siglos cada uno. Esta Propuesta la hace teniendo presente que todo historiador y toda historia, que de por sí implica una interpretación o una particular aproximación, debe tener en cuenta las duraciones y subdivisiones que se deben entender como partes de un proceso histórico en términos cronológicos, de tal manera que se pueda tener una visión general del desarrollo histórico y se puedan establecer notas caraceristicas de cada período. Aprovechando su experiencia, Patiño propone el siguiente esquema:

             Historia de la Iglesia Antigua I: Siglos I-VII o la Iglesia como comunidad e institución.

             Historia de la Iglesia II: Siglos VIII-XV o la Iglesia en camino hacia la universalización.

             Historia de la Iglesia III: A partir del siglo XVI o la barca de Pedro frente a las tempestades  ideológicas de estos siglos.

6 Importancia de la historia de la Iglesia

La historia es maestra de la vida y juez de las actuaciones del hombre. Por ello, el historiador de la Iglesia no solo ha de tener corazón para la historia, sino que llevando consigo sentido crítico y espíritu cristiano, puede, desde la fe, interpretar la actividad del Espíritu Santo sobre la tierra donde la Iglesia peregrina, confirmando que siempre ha habido seres humanos que repiten a su modo las palabras de Pedro: “Tú tienes palabras de vida eterna”, y que intentan plasmar estas palabras en su vida cotidiana.

La historia de la Iglesia es importante no tanto por los conocimientos que se adquieran como por el hecho de convertirnos en actores de una historia dinámica, en construcción, puesto que no somos tan solo espectadores, sino protagonistas que estamos dirigidos por Dios. Es importante, porque una historia de la Iglesia santa, no disimula las debilidades que son patrimonio de sus miembros y sus pastores. En definitiva, la historia de la Iglesia aporta a la humanidad: identidad, para captar que la fe que hoy se profesa es la misma de los comienzos; inspiración, para descubrir que es posible ser verdaderos cristianos siempre y en todas partes; y esperanza, para prolongar la inspiración cotidiana y superar los momentos de crisis.

Cf. PATIÑO, José Uriel. Historia de la Iglesia Tomo I. La Iglesia, comunidad e institución protagonista de la historia siglos I-VII, San Pablo, 3ª ed, Bogotá 2009. pp 7-25

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