El culto a los mártires, respuesta cristiana a las persecuciones

La palabra mártir, según su etimología da a entender que se trata de testigos, testimonio, y tiene un sentido mucho más importante cuando se trata de un testimonio frente a los tribunales a favor de la verdad. Se puede hablar de tres tipos de martirio: consumado o derramamiento de sangre, incoativo o designado que implica confesar la fe ante un tribunal e incruento o espiritualización del martirio. 

En el transcurso de la historia de la iglesia, la actitud de los cristianos frente al martirio, ha sido por lo general, unánime y se tienen algunos elementos claves: la alta estima, el concebirlo como una gracia, el entenderlo como una fuerza apologética y el respeto hacia los confesores y veneración hacia los que dieron su vida. 

Por más de un siglo, los cristianos se limitaron a adornar la sepultura de quien con su vida habían testimoniado su fe y, con el paso del tiempo, comenzaron a considerar el día de la muerte como el día de su nacimiento, el día en el cual se había nacido para la gloria de Cristo. En los testimonios del martirio de Policarpo aparece diferenciado el culto a Cristo, que es de adoración; y el de los mártires, de veneración. 

En la Iglesia primitiva existía una veneración profunda hacia los cristianos que morían por Cristo; según la tradición se celebraba sobre la tumba el aniversario de su testimonio. Esto dio origen a las listas de los mártires de donde surgieron los martirologios y los menologios que fueron engalanados con las actas de los mártires, en las que se pretendía mostrar la doctrina del testigo. Existen actas auténticas, compuestas, recompuestas y expúreas. 

Uno de los aspectos más interesantes del culto a los mártires está constituido por los grafitos que se encuentran sobre sus tumbas, los cuales se convierten en una demostración exterior de un sentimiento interior porque los cristianos se sentían con el deber de honrar a los héroes de su fe. 

A medida que se fueron multiplicando las construcciones en torno a las tumbas de los mártires en honor a ellos, aparecieron dos manifestaciones de la fe cristiana en relación al culto, a los mártires: el deseo de ser sepultados junto a los sepulcros de los mártires y el traslado y la difusión de las reliquias. Con el tiempo, este culto a los testigos de la fe, se fue convirtiendo en una celebración popular, en una solemnidad religiosa, dad la alegría de los cristianos por el poder de intercesión que tienen los mártires. 

Cf. PATIÑO, José Uriel. Historia de la Iglesia Tomo I. La Iglesia, comunidad e institución protagonista de la historia siglos I-VII, San Pablo, 3ª ed, Bogotá 2009. pp 88-93

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