Las persecuciones y el martirio en el contexto de las dinastías imperiales

Las persecuciones forman uno de los temas sobre los que más se ha hablado a tal punto que cada autor tiene una visión propia. Se parte de un hecho: las persecuciones que sufrieron los cristianos durante unos 250 años, intercalados entre persecuciones y tiempos de paz, son una realidad que se convierte en un escándalo para la historia, sobre todo cuando se realizó en un imperio que tuvo en el derecho, uno de los pilares fundamentales. 

En aquel entonces la vida social y estatal estaba impregnada por la religión; por ello, el cristianismo, a pesar de ser una religión perseguida, terminó siendo la religión del Estado, lo cual llevó a un cambio en los tres ejes sobre los cuales se puede estructurar un trabajo sobre las persecuciones: la pureza de las leyes, la crueldad de los jueces y el rigor de los suplicios. 

Las persecuciones tienen en su base una cuestión de licitud o ilicitud de la religión cristiana frente al estado. Hay que tener presente que la tradicional sed de sangre de los romanos, se transformó con los año en sed de poder, sin olvidar que el primer decreto oficial en contra de los cristianos fue dado en el siglo III cuando fueron prohibidas las religiones en los cementerios y se estableció una distinción entre los jefes y los simples cristianos. 

Para tener una visión completa conviene algo de las dinastías romanas que ocuparon el gobierno durante los siglos comprendidos entre el I y el IV, recordando que en Roma la dinastía no se comprendía como la sucesión de padre a hijo sino como una situación de hecho en el que el emperador adoptaba una persona a quien llamaba hijo y lo introducía lentamente en el mundo político. Las dinastías romanas que estuvieron en el poder entre los siglos I-III son: La Julio-Claudia y la Flavia en el siglo I; la Antonia durante casi todo el siglo II y la de los Severos que terminó hacia el 235. A partir de ese periodo vino la anarquía militar que terminó con Diocleciano a comienzos del siglo IV. 

      La dinastía Julio- Claudia 

Tiberio (14-37). En su tiempo se desarrolló la vida de Cristo y el nacimiento de la Iglesia. Tertuliano habla de Tiberio en relación a una consulta que hizo al senado sobre la licitud del culto cristiano. Los hebreos tenían libertad de culto porque Roma reconocía que formaban un pueblo diferente, pero como los cristianos nacieron al interior de éste, surgía la necesidad de aclarar la situación. Al parecer Tiberio conoció los cristianos, ya que de su tiempo data una respuesta negativa con cierta fuerza de ley contra el culto cristiano. 

Nerón (54-68). Después de Calígula (37-41) y Claudio (41-54), llega el tiempo de Nerón que puede ser dividido en dos partes teniendo como punto de referencia el año 62. Éste, como hábil político supo cuidarse bien y presentó la persecución a los cristianos como una limpieza y orden público porque el “Institutum” tenía sus bases en una legislación vigente o, al menos, conocida, que entendía el cristianismo como una superstición, y de esta forma mostraba una motivación religiosa para emprender la persecución. Es importante tener presente que esta persecución duró hasta su muerte; no obstante, a partir de ese momento los cristianos fueron vistos cómo criminales. 

La persecución de los cristianos se hizo alucinante con motivo del incendio de Roma (64). No toda la ciudad fue destruida, sino un barrio popular para poderlo restaurar; como el pueblo reaccionó, el emperador buscó un “chivo expiatorio” y ninguno más adecuado que los cristianos contra quien existía odio popular. 

       La dinastía Flavia 

Con Vespaciano y Tito (69-81) vinieron años de paz ya que los emperadores conocían la no hostilidad de los cristianos en Palestina durante la guerra contra los judíos y se sabía de la presencia de cristianos en la familia imperial, la de Flavo Sabino. 

Domiciano (81-96). Hijo de Vespaciano, llegó al poder y se encontró que un primo suyo, Flavio José, hijo de Flavio Sabino, era cristiano. Este emperador comenzó a dar normas fiscales contra los hebreos y cuando confundió hebreos y cristianos comenzó la persecución contra éstos. 

      La dinastía Antonia 

Durante esta dinastía, dad la ofensiva contra el cristianismo, se presentó una respuesta con dos direcciones: la antirracional y la racional que llevo al antijudaísmo y el gnosticismo cristiano; ambas corrientes se encuentran en los apócrifos. 

Nerva (Marco Coeccio Nerva, 96-98). Según testimonio de Dios Casio prohibió las acusaciones contra los cristianos, pero su actitud fue criticada por el cónsul Frontón y la opinión pública. Con éste comenzó la época de los emperadores adoptivos que llegó hasta Marco Aurelio. 

Trajano (Marco Ulpiano Trajano, 98-117). Fue un guerrero que terminó siendo emperador. Este respondió con habilidad política, eludió las cuestiones singulares y estableció que los cristianos debían ser castigados cuando sostenían que en verdad eran cristianos (el problema del nombre), aceptar a los que decían no serlo (apóstatas), prohibir las acusaciones anónimas y no investigar a los cristianos si estos no eran acusados. Este emperador no tuvo a los cristianos por políticamente peligrosos y prescribió un proceso regular, pero asentó un precedente peligroso: la mera confesión de fe podía ser punible con la muerte. 

Adriano (Publio Elio Adriano, 117-138). Los principales testimonios se encuentran en Justino y Eusebio, que hacen referencia a un rescipto que el emperador envió al procónsul de Asia , Minucio Fundano, en el que se confirma el no buscar ni investigar a los cristianos, la condena a los acusadores que no sean capaces de probar las acusaciones y pide que sea probado que los cristianos hayan actuado contra la ley. Durante este periodo se presentaron persecuciones locales, uno de los mártires de la época fue el Papa Telésforo (125-136). Años después, el emperador Antonio Pío (Tito Aurelio Antonio, 138-162). Confirma formalmente el rescripto de Adriano. 

Marco Aurelio (Marco Aurelio, 162-180). Un caso paradosal por la novedad del decreto: los cristianos debían ser buscados. Desde lo jurídico, este decreto se puede comprender en cuatro aspectos: es una medida imperial válida para el imperio; no implica un cambio formal en la legislación anticristiana, porque incluso bajo los Severos permanece la no búsqueda de los cristianos y la ilicitud del cristianismo como religión; la busque da de los cristianos se da por ser sacrílegos, pues violaban y saqueaban las cosas sagradas de los templos a los dioses. Marco Aurelio sólo ve en los cristianos un espíritu de contradicción y locuras de visionarios. 

Cómodo (1801-192). Hijo de Marco Aurelio. Durante su mandato los cristianos vivieron en paz por el influjo que sobre el emperador ejercía la concubina Marcia, una ferviente cristiana que prácticamente le mandaba. Aunque hay tolerancia, permanece la ilicitud.

        La dinastía de los Severos 

Durante la época de los Severos (hasta el 325) se vivió un periodo de tolerancia, de buena y larga paz como decía Tertuliano. Estos fueron emperadores particulares por dos razones: de una parte el influjo de las mujeres, principalmente siriacas, y de otra parte el sincretismo vivido por ellos. Esta actividad le permitió a la Iglesia la propiedad de los lugares de culto y reunión. Durante este periodo se aumentaron las conversiones, se organizó la jerarquía, más o menos como hoy se conoce, se realizaron varios concilios regionales, el obispo de Roma adquirió prestigio, etc. 

En el ámbito espiritual se despertó la actividad literaria latina por la romanización y latinización del imperio. Durante el gobierno de Séptimo Severo (193-211), con quien comienza la militarización del imperio con el consecuente centralismo, si bien no hubo una persecución general, si hubo persecuciones particulares. 

Durante el reinado de Caracalla (211-217) se encuentra un elemento de tolerancia en cuanto que un delegado árabe escribió al prefecto de Egipto y al obispo de Alejandría pidiendo que Orígenes pudiera ir a Arabia, siendo profesor en la escuela catequética de Alejandría. La historia Augusta de Elio Esparciano, en la vida de Alejandro Severo (222-235), sucesor de Marcino y Heliogábalo, habla de la persecución contra los catecúmenos. 

       La anarquía militar 

Entre el 235 y 284 se dio un periodo particular porque cada legión o grupo de legiones aclamaban como autoridad suprema a su respectivo jefe con lo que la unidad imperial se vio seriamente afectada. Mientras el caos reinaba en lo político, los cristianos continuaron su proceso evangelizador a tal punto de que algunos de los más importantes puestos estatales llegaron a manos de los cristianos, incluso s e habla del emperador cristiano Felipe el árabe (244-249) de origen bárbaro. Sin embargo, al comienzo de la Anarquía se presentó una breve persecución con Máximo Tracio (235-238). 

La Iglesia tuvo en esta época una particular cita con la historia al ofrecer sus valores espirituales a una sociedad en crisis sin caer en la actitud mágica de de obligar a la divinidad a hacer eficaces las peticiones del hombre. 

Decio (249-251). Se hacía llamar restitutur sacrorum e impuso la obligación de sacrificar a los dioses; y para asegurar el cumplimiento de esta norma estableció el libelo. Algunos cristianos no aceptaron esta norma y por eso fueron perseguidos y acecinados. Con Gayo (251-253) no hubo mayores dificultades, salvo los sacrificios expiatorios que había que hacer en honor a Apolo para protegerse de la peste. 

Valeriano(253-260). Fue el primer emperador que jurídicamente persiguió a la Iglesia, ya que a través de un decreto condenó la jerarquía. Prohibió la reunión de los cristianos, confiscó sus bienes y lugares de culto. Este emperador fue vencido en Edesa y hecho prisionero hasta su muerte, siendo la primera vez que ello sucedía con un emperador. 

Galieno (260-268). Hijo de Valeriano, dio un decreto en el cual abolió la legislación persecutoria que había dado su padre. Aureliano (270-275). Sucesor de Aureolo y Claudio II el Gótico, se encuentra en la línea de Galieno, aunque haya impuesto la religión más común entre los militares, la de Nitra y el culto al sol invicto (los cristianos convirtieron esta fiesta en la del sol naciente: la natividad) 

Si bien había estado de persecución, se puede pensar que la tolerancia se dio entre los años 260 y300, es decir, entre el edicto de Galieno y la persecución de Diocleciano. 

Cf. PATIÑO, José Uriel. Historia de la Iglesia Tomo I. La Iglesia, comunidad e institución protagonista de la historia siglos I-VII, San Pablo, 3ª ed, Bogotá 2009. pp 71-87

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